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¿Un adolescente problemático será un adulto fracasado? Mitología de la Educación para Padres.

Leonardo DiCaprio en un fotograma de la película el Gran Gatsby. Village Roadshow Pictures, Bazmark Productions, A&E Television, Red Wagon Entertainment. 2013.

Continuamos con la serie Mitología de la Educación para padres, agradezco la petición expresa a través de comentario de este artículo. ¿Puede preverse el futuro académico y el éxito profesional de un niño o un adolescente?

1980, fin de curso, 8º de E.G.B.

– Bueno chicos, el curso se acaba. Vuestros años de colegio han terminado. Como tutor vuestro, voy a ir por lista diciéndoos la que considero es la mejor opción de futuro para cada uno de vosotros.
– Antonio, tú puedes estudiar una carrera, eres inteligente y trabajador, te recomiendo hacer el B.U.P.
– Tú, Ángel Luís, no vayas al Instituto porque vas a fracasar. Tampoco te recomiendo ir a FP porque eres muy vago. Lo mejor que puedes hacer es buscarte un trabajo.

El ejercicio de predicción realizado por el profesor procede de su formación y de la cultura en la que había vivido, responde a una concepción del ser humano. Hay chicos listos y tontos, trabajadores y vagos.

Apoyado, sin saberlo, en teorías de la Psicología de mediados del siglo XX como la Teoría del Rasgo (1).Es una teoría de la Personalidad que parte del supuesto de que las personas son diferentes y por tanto tienen características, rasgos diferentes, rasgos de personalidad. Unos dirían que esos rasgos son genéticos y se heredan. Otros que se aprenden pero que llegado un momento son difícilmente modificables. Se hace una lista de rasgos y se miden las diferencias entre los individuos mediante tests.

Para este profesor al menos había un rasgo ya muy arraigado entre aquellos alumnos, trabajador versus vago. Con 14 años, tanto el que era trabajador y listo como el zoquete y vago, lo serían para siempre. Desde esta perspectiva, Antonio que había pasado por la primaria con brillantez cursaría B.U.P. y C.O.U.; mientras que Ángel Luís abandonaría en el primer curso.

Desde una perspectiva conductual (2), el profesor habría tenido en cuenta cuestiones como que Antonio había cursado toda la primaria en el mismo colegio, mientras que Ángel Luís en el mismo tiempo había pasado por tres colegios, un cambio de país y dos cambios de domicilio. Desde el modelo conductual, la evolución de ambos habría dependido de los múltiples factores que iban a ejercer su influencia en los años siguientes, junto a las experiencias previas de cada uno. Desde esta perspectiva no se habría podido vaticinar con tanta seguridad el futuro de los dos alumnos, ni sentenciar de forma tan tajante.

Pero, ¿qué ocurrió en la Secundaria? Antonio tuvo su primer suspenso en 2º de B.U.P., su primer atasco con una asignatura, un batacazo del que no consiguió levantarse. Abandonó y no terminó el B.U.P. Ángel Luís siguió pegándose batacazos durante la Secundaria, como le había ocurrido durante buena parte de la Primaria. Levantándose de todos y cada uno de ellos, hasta aprobar la Selectividad y acceder a la Universidad.

Un trabajo de Orientación Educativa en el que se ayuda a un alumno a orientar su futuro académico y profesional, debe ser un proceso continuado de acompañamiento del alumno. En el que lejos de decirle lo que debe hacer a partir de un presentimiento, de una experiencia personal o de unos tests, unos resultados académicos y alguna entrevista. Se le debe ayudar, en lo posible, a tomar su propia decisión, sin coacciones, de forma consecuente y responsable.

– ¡Hola Dolores! ¿se acuerda de mi?
– No.
– Ángel Luís Sánchez, fui alumno suyo en los 80. Tuvimos algunos «problemillas» en Segovia y Ávila. Nos castigó sin más excursiones.
– ¡Sí! Ya me acuerdo de aquello. Y… ¿qué fue de tu vida?
– Pues, estudié Sociología, dirijo una ETT. Tengo mujer y dos hijos. Vivo aquí, a ver si compro un poco de fruta…
– ¡No me digas! ¿Estudiaste? Pero… ¡Si erais unos gamberros!

Parece que Dolores tampoco albergaba demasiadas esperanzas respecto al futuro de Ángel Luís. No es raro que se piense que alumnos que suspenden y que dan problemas de disciplina terminen por abandonar la Secundaria antes de titular y que tengan dificultades de integración en la sociedad.

El sistema de evaluación del Sistema Educativo traza una linea y divide a los alumnos entre aprobados o suspensos, aptos o no aptos, fracasados o triunfadores. Es normal que se piense que el futuro de un alumno es más prometedor, cuanto más alta sea su nota. Pero los que tienen buenas notas en un momento dado, no las tienen aseguradas a lo largo de toda la vida académica. Tampoco es seguro que todos los alumnos brillantes sean adultos más capaces de desarrollar su actividad profesional con la misma brillantez. Y mucho menos que ello asegure que serán adultos, por decirlo sencillamente, felices.

Invertimos un montón de recursos en un Sistema Educativo que en vez de formar jóvenes bien preparados y seguros de sí mismos, aplica un filtro para obtener a los mejores. Unos ganan y otros pierden. Pero la hucha de unos y otros es la misma. Así que habrá que invertir más recursos para compensar las dificultades de los «peores» o resignarse a ser todos más pobres. Es absurdo frustrar y marginar a un futuro contribuyente, es probable que genere menos riqueza y más gasto.

Lejos de excluir a los alumnos con dificultades hasta que abandonan sin titulación, nos interesa desarrollar sistemas de apoyo y compensación. Recuperar a todo alumno que se queda atrás cuanto antes, es más barato.

Probablemente a un profesor que trabajara en aquella época con población marginal, Angel Luís le habría parecido un chico estupendo y nada problemático. No podemos permitir que la expectativa de futuro que recibe un alumno de su entorno sea negativa, sin seguridad alguna, sólo a partir de un criterio sesgado. A partir de un juicio de valor apoyado en prejuicios culturales y la experiencia personal del que emite el juicio.

Es probable que los alumnos con mejores notas, por características del propio Sistema Educativo, además de en madurar intelectualemente, estén invirtiendo mucho tiempo en retener información que más tarde se perderá pero dejando de aprender cómo gestionar y superar el fracaso. Mientras que los alumnos con dificultades, si finalmente obtienen su título, estén adquiriendo una madurez intelectual más sólida, derivada de su entrenamiento en situaciones de crisis.

Unos se habrán formado evitando el fracaso, aprendiendo a temerlo por desconocido; haciéndose, probablemente, más vulnerables a él. Los otros se habrán formado aprendiendo que el fracaso se puede superar, haciéndose más fuertes y adaptables.

¿Se puede prever el futuro?

Hay sucesos que se pueden prever con absoluta seguridad. Por ejemplo, el sol saldrá mañana por el este. Otros sucesos, desgraciadamente no. ¿Qué número será el premiado en el próximo Sorteo de la Lotería Nacional? ¿Qué habrá sido de mis compañeros de colegio? ¿Cuándo vendrá la próxima crisis económica?

Somos una especie consciente del presente, apoyada en el pasado y que se proyecta hacia el futuro. Necesitamos preverlo, intentamos estimar lo que puede ocurrir para tomar nuestras decisiones (3). Pero debemos tener en cuenta el terreno en el que nos movemos, el de la probabilidad. Y cuando le decimos a un alumno, a un hijo o a un paciente lo que le espera, debemos explicarle las limitaciones de nuestra previsión. Buena parte de lo que piensa de si mismo, si no todo, viene de lo que se dice o se espera de él.

¿Conoces algún caso similar? ¿Te ocurrió algo parecido? ¿Crees que se cumplieron las expectativas que tenían acerca de ti cuando eras adolescente? Aporta tu comentario.

Referencias y enlaces

Historias reales con datos cambiados para preservar la intimidad.

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