¿A qué nos estamos enfrentando…?

Durante mis años de ejercicio profesional he comprobado algunas claves, y buscado por mi mismo otras, que en la práctica clínica ayudaran a explicar el sufrimiento de las personas. Buscando aquellos detalles que no siempre están en los modelos teóricos. Aplicando éstos a las circunstancias particulares de cada cliente para favorecer el cambio.
En esta nueva serie de posts, agrupados en la categoría llamada “Claves” trataré estos aspectos que pocas veces se tienen en cuenta.
A menudo escucho expresiones como «Cuando el niño se enfrenta a un examen…», «Los problemas no hay que evitarlos hay que enfrentarlos…», «Hay que enfrentarse a los problemas…»
Las palabras que ponemos a lo que sucede tienen un papel importante a la hora de entender, sentir y modificar nuestro entorno.
En el Diccionario de la Lengua Española de la R.A.E., “enfrentar” es sinónimo de “afrontar”. Así que esta definición no nos ofrece el matiz que quiero destacar aquí. Y me gustaría saber tu opinión sobre este asunto.
afrontar
diccionario de la Real Academia española
Del lat. *affrontāre, der. de frons, frontis ‘frente’.
1. tr. Poner cara a cara.
2. tr. Hacer frente al enemigo.
3. tr. Hacer cara a un peligro, problema o situación comprometida.
El prefijo “en-“ siginifica “dentro de” y el prefijo “a-“ significa “ausencia de”.
Cuando uso estas dos palabras tengo sensaciones diferentes.
Si me enfrento a un peligro, problema, conflicto o situación comprometida tengo la sensación de estar librando una batalla, una contienda con un problema o con las personas implicadas en él.
Esto puede convertir a la otra u otras partes en “el enemigo”, aumentar las probabilidades de no elegir correctamente mi comportamiento y provocar beligerancia en el otro. Como se suele decir… Así empiezan la guerras.
El caso del peligro, del miedo, del estrés, ansiedad, llamémoslo como queramos, es especialmente relevante.
¿A qué nos estamos enfrentando?
¿A nosotros mismos?
¿En qué puede derivar ese enfrentamiento?
En nada útil. Al contrario, pensaremos demasiado y nos proporcionará experiencias que nos debilitarán ante los fracasos, por otra parte normales.
Cuando decimos que nos enfrentamos al miedo nos estamos enfrentando a algo consustancial a nosotros mismos y a la mayoría de las especies animales.
Es como si nos enfrentáramos a nuestra sensación de hambre. El hambre no se quita luchando contra la sensación, sino comiendo. El miedo no se quita luchando para que se quite, se quita resolviendo aquello que lo provoca. Y puede volver a aparecer porque es innato y adaptativo, útil.
Si afronto un peligro, un problema, conflicto o situación comprometida tengo la sensación de que estoy aceptando la situación y de que estoy poniendo en marcha soluciones. Centrándome en ellas.
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